Una gran mayoría de
profesores consideran útil o muy útil la presencia de la PDI en nuestras aulas.
Pudiera parecer que, en principio, el concepto de Escuela 2.0 va calando poco
a poco entre nuestro profesorado. Esto no es de extrañar si tenemos en cuenta
que la media de edad está en torno a los 40 o 45 años. Es decir, se trata de
profesores que han desarrollado gran parte de su vida profesional en contacto
con las nuevas tecnologías de la comunicación o información.
No obstante, pese al
convencimiento de la utilidad de la herramienta, choca el 70% que dice saber
utilizar la PDI poco o nada. De ahí deriva que más de la mitad del profesorado
no la haya incorporado a sus clases o lo haga muy poco.
A la hora de buscar
las causas de estos datos tan desalentadores, considero que la falta de una
buena formación pudiera explicar este hecho. Se deduce que los cursos de formación que se
han organizado hasta ahora, y a los que parece haber asistido más de la mitad de los
encuestados, no han tenido el éxito necesario, teniendo que recurrir a la ayuda
de otros compañeros o a un aprendizaje autodidacta si quieren usar la PDI. De esta manera, si se solventara la
necesidad de este aprendizaje, la PDI se podría incorporar de manera mucho más efectiva a
los procesos de enseñanza-aprendizaje, pues todos consideran que con una
formación adecuada emplearían la herramienta algunas veces o siempre en sus
clases.
En cuanto a la
valoración de los recursos que proporcionan las editoriales, encontramos datos
que confirman los datos anteriores y las conclusiones a las que hemos llegado:
Si bien una gran mayoría reconoce la existencia de dichos materiales y los
clasifica como útiles o muy útiles, más del 60% reconoce emplearlos poco o nada.
Un porcentaje similar al que reconocía usar la pizarra digital poco o nada. Es de suponer que todavía se empleen menos aquellos recursos que se encuentran
en la Red, los cuales son poco o nada conocidos.
En lo referente al
uso de los medios electrónicos en la clase. Es bastante empleado el ordenador
conectado al proyector. Es decir, el profesorado emplea la pizarra digital
aunque no de manera interactiva, pues el uso del puntero para interactuar con la computadora está entre los recursos menos empleados.
En defintiva,
podemos sostener que es muy necesaria incrementar y profundizar en el desarrollo de la competencia digital entre el profesorado del centro si queremos hacer un
buen uso de la PDI. No basta la mera presencia física de las pizarras digitales
en las aulas, es necesario demostrar a los docentes cómo pueden emplearla, cómo
la pueden incorporar a su quehacer diario. Se
parte de un punto positivo, que es la aceptación de la importancia que puede
llegar a alcanzar el uso de esta tecnología en nuestras clases, pero es
necesario convertir esta convicción en hechos reales y esto sólo pasa por el
aprendizaje continuo del profesorado.
¿Tiene validez esta
encuesta más allá de los muros de nuestro centro? En absoluto. No puedo
extender estas conclusiones al resto del profesorado de Andalucía o de España. Sencillamente
porque la encuesta analiza las respuestas de 20 profesores frente a los más de 120.000
docentes que hay sólo en Andalucía.
Ahora bien, ¿y si el
uso de la PDI estuviera tan estancado en Andalucía como lo está en mi centro? ¿y
si una buena formación fuera la clave para el auténtico despegue de esta
herramienta tan necesaria? ¿Y si el enorme desembolso que hacen las administraciones en
tecnología educativa quedara en nada si no va acompañado de unos buenos planes
de formación del profesorado? Es cierto que, según la Junta de Andalucía "El profesorado es el pilar fundamental en este reto tecnológico que está
transformando el sistema educativo tradicional. Su dominio del uso
didáctico de las TIC es básico para garantizar el aprovechamiento
educativo de los nuevos recursos, de ahí la importancia de su formación" No obstante, ¿se está realmente consiguiendo este propósito con los actuales planes de formación del profesorado?
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